Hace 30 años que salió la primera película de Rambo, sí, leyeron bien 30 AÑOS. Los
héroes de acción de la infancia de muchos vuelven a la pantalla grande con más
canas y más dificultades para moverse, es real, prepárense para un bombardeo de
nostalgia.
La historia es plana y simple, sinfín de explosiones sin
sentido, miles de casquillos en el piso y la violencia y sangre tienen papeles un
millón de veces más importantes que Jet Li, de quien por cierto soy fan y sólo
sale en las primeras escenas (inserte aquí abucheos). ¿La buena noticia? Aunque
no seas un fan de las películas de acción de los 80s y principios de los 90s te
vas a reír a montones, no hay nada más hilarante y un tanto ridículo que ver a esta
bola de abuelos burlarse de ellos mismos y de sus colegas. Así hay que tomar
esta película, con humor.
A punto de llorar y reír prácticamente todos los asistentes
cuando sale sir Chuck Norris haciendo un chiste de Chuck Norris, sencillamente
épico, me quito el sombrero.
Jason Statham sigue teniendo ese no sé qué que qué sé yo que
me fascina, además de siendo realistas, El Transportador es el único encamable de la cinta. La escena donde “Christmas”
aparece disfrazado de padre y la posterior secuencia de pelea me hizo babear
tantito, la verdad. Personalmente soy más de golpes y karatazos.
Se habla de una tercera entrega de esta saga, yo sólo diré
que mejor se apuren porque en una de esas se les muere algún viejito y qué van
a hacer, jejeje.
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