viernes, 18 de enero de 2013

Constrastes musicales

Escuchar música es probablemente una de las cosas que más disfruto en la vida, me hace absoluta y totalmente feliz. Una canción puede recargarme la pila después de un día terriblemente pesado o subirme el ánimo cuando ando tristona, la música me vuela de una manera increíble.

En los camiones siempre ando moviendo la cabeza como muñequita hawaiana con los audífonos bien puestos, tamborileo con los dedos o agito el piecito sin parar, cierro los ojos, me recargo donde pueda y me dejo ir con el ritmo, nada más.

No soy clavada ni mucho menos gran conocedora, la verdad, la verdad soy pésima (o lo que le siga) identificando de quién es qué canción, quién la canta, de qué año, en qué albúm apareció… *inserte aquí sonido de grillos*. Es real, yo sólo disfruto la música y digo si me gusta o no aún sin que me quede muy claro exactamente porque diablos fue que me gustó.

De chile, mole y de dulce encontrarían en mi iPod desde canciones de películas de Disney, rondas infantiles de Enrique y Ana, dos que tres cumbias o salsas, grandes cantidades de rock en español, pop de los 80s, 90s y más, un buen tanto de “punchis punchis”, una pizca de new age, generosas porciones de soundtracks y demás curiosidades.

Hace un mes o dos Necro me regaló unos audífonos Skullcandy morados, los amé, a la semana él se compró unos negros del mismo modelito, una chulada. Para Día de Reyes yo compré un par de iPods Nano a juego, morado y negro, hasta los mandé grabar con sendas ñoñerías pa’ acabar el numerito. ¡Que bonito es lo bonito!


Mi iPod es un caos absoluto: canciones repetidas, otras sin títulos, sin intérprete o totalmente en blanco, discos sin portadas, el mismo artista con el nombre escrito de tres maneras distintas… el horrror. Lo anterior sumado a mi ecléctico gusto musical harían que cualquier purista, clavado o melómano en general me diera un tremendo cachetadón después de señalarme con dedo acusador mientras me susurra: shame on you!

El detalle es… ¡que mi novio es un clavado!

Necro es una de las personas más obsesas en lo que a música se refiere. Docto del rock inglés, su historia, evolución y demás anécdotas curiosas, este hombre se ofende hasta si pronuncias mal el nombre de tal o cual banda y levanta la ceja cuando al hablar de música de los 80s yo hago alusión a Yuri y Daniela Romo. Una cosa verdaderamente hilarante… ¿o no?

Es más que obvio que yo no tengo ni la más pálida idea de quiénes son todas esas bandas que suenan sin parar en su iPod, pero el año pasado hasta fui a un concierto de Pulp y lo disfruté bastante. Yo soy una esponja y si me gusta como suena algo simplemente me comienzo a balancear de un lado a otro con una sonrisa, lo que a veces me da verdadero terror es lo que él pueda sufrir conmigo, con mis desvaríos musicales y mi falta de conocimiento de los clásicos. Después de casi año y medio admito que me sigue preocupando ampliamente este tema y tiendo a ponerme los audífonos cuando quiero escuchar algo, por si las dudas. Además, que pinche pena que te pregunten quien canta la canción que tarareas y tú te quedes con cara de what?!

Igual y no debería, digo, ni que gustara Espinoza Paz pero (tengo mis límites)…  pero no sé, siento rarito.

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