Para qué existe este blog o pensadero (como potterescamente me gusta llamarlo) sino es para desahogarme y sacar un poquito de lo que traigo en mi atormentada cabeza. Casi nunca menciono uno de mis mayores traumas, es más, creo que en toda mi vida lo he hablado con unas cinco personas que no sean de mi familia directa. A ver qué tal me va…
La hiperhidrosis
es en simple y llanas palabras: un exceso de sudoración. Un cuerpo normal transpira
para mediar su temperatura o como reacción emocional por nervios, estrés y
hasta miedo, sin embargo, los pacientes con hiperhidrosis entendemos la
expresión “sudar frío” con otros alcances, literal puede estar a 0° y aún así nos
escurren las manos.
Yo comencé con este problema en la primaria, entre los 8 y 9
años, sinceramente no recuerdo si fue antes pero a esa edad me comenzó a
molestar. Desde ese momento me llevaron a varios médicos, me enchocharon, tuve
que tomar tés y menjurjes naturistas, bueno, hasta al psicólogo fui a dar
porque de neurótica estresada no me bajaban. Nada me lo quitó, tuve que medio
aprender a vivir con eso y sigo trabajándolo hasta el día de hoy. No es fácil.
A lo largo de veinte años he pasado por todo tipo de
situaciones incómodas gracias a la hiperhidrosis, cosas tan simples como “dar
la paz” en la iglesia se volvían un momento estresante (lo cual me hacía sudar
más). Cuando eres niño no le das importancia a tener las manos constantemente
“mojadas”, conforme creces y te topas con esa mirada y gesto de asco de los
demás, te sientes increíblemente mal. Supongo que es inevitable desarrollar
cierto grado de aislamiento y un reflejo de evitar a toda costa el contacto físico.
La hiperhidrosis no te deja hacer pequeñas cosas como jugar
“coleadas” o “marinero que se fue a la mar y mar y mar”, para iluminar o
dibujar usas una servilleta bajo la mano o de plano guantes para que no se
corra el lápiz. Otro trauma infantil es que jamás pude atravesar un “pasamanos”
completo o que a pesar de que siempre he sido fan de los videojuegos, tuve que
conseguirme mi propio control porque ni modo de andar pasando el que está todo
mojado.
¿Tomarse de la mano? ¡Olvídalo! Este ha sido todo un tema de
discusión con todos y cada uno de mis novios desde la secundaria, no me gusta
tomar de la mano a la gente porque al instante me transpiro. He tenido la fortuna de relacionarme con hombres que no hacen caras
por mi problema, al contrario buscan el contacto, pero aún así no me gusta y
trato de evitarlo. Aquí sí aplica el “no eres tú, soy yo” que no me siento cómoda.
Es un tema delicado, no me gusta hablar demasiado de ello
pero es una realidad, es parte de mi vida y nunca se me va a quitar. Los
tratamiento con toxina botulínica (bótox) que parecen ser los más eficientes
son caros, dolorosos y deben realizarse periódicamente, no son opción.
A veces pienso que debería haber grupos de ayuda como
alcohólicos anónimos o algo así, pero tomando en cuenta que menos del 3% de la
población lo padecemos lo veo complicado. Además, a quién engaño no iría a
una sesión que comenzara con un: “me llamo Ana y me sudan las manos”… no, no lo
haría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario